En la antigüedad, los Fenicios eran los comerciantes más agresivos de la tierra. Su comercio era mediante trafico de artículos a través de los océanos. La mayoría de los hombres de negocios vivían en la costa y viajaban en barcos. Todos sabían nadar.

Un comentario que se hacía sobre alguien que era un “inculto” o una persona no educada era: “No sabe ni leer, ni nadar”. 

¿Qué podemos decir de una persona adulta, digamos... mayor de 30 años, en el mundo actual?

Alguien que tiene una carrera profesional, se mueve en el mundo de los negocios, tiene un puesto ejecutivo, es un CEO de una empresa. ¿Pensamos en esa persona como alguien que sí sabe nadar o alguien que no sabe nadar?

Qué pasaría si tú, una chica educada y profesionista, sales con un joven de estos, y de pronto están en una piscina y él se sumerge en una alberca e inicia un nado con estilo, cruza la alberca nadando muy bonito y luego sale. ¿Qué sientes? 

Y vamos a pensar el otro escenario. Sales con un ejecutivo de una empresa importante, es un hombre que te encanta, van a un sitio con piscina, todos están dentro del agua, y él se pone su traje de baño, se mete con mucho cuidado a la alberca, y cuando ves, te das cuenta que ¡no sabe nadar! 

Sí se esfuerza, se mueve en el agua, haciendo muchos movimientos de brazos, saca agua, chapotea, y a veces medio se sumerge; pero eso dista mucho de un estilo de nado. ¡No se ahoga! (Eso sí estaría grave.) Pero sus movimientos no se parecen en nada a los que tú haz visto en los nadadores en las pruebas de las olimpiadas. Se parece más a cuando alguien se está ahogando.

Tenemos estos dos panoramas. En ambos el hombre es una persona que estudió por lo menos una carrera profesional, se mueve en el mundo de los negocios. ¿Cuál de estos dos panoramas se te haría el más congruente con su educación? El que sabe nadar, o el que no sabe nadar. 

Se repite la historia de los Fenicios, una gente culta sabe nadar. Y, aunque no lo creas, es algo que sí importa, que la gente nota en ti cuando hay la oportunidad. Y si eres una mujer, es exactamente igual. 

En el tiempo actual, tenemos la oportunidad de aprender a nadar desde bebés, que además de ser una actividad muy divertida y que nos da seguridad, es también una muestra de educación. 

Si no lo pudiste hacer en la infancia, ¡nunca es tarde! Aprender a nadar en el edad adulta es posible. Busca una escuela de natación especializada en personas adultas, como ACUATICS, y pon “manos y pies” en acción. Notaras la diferencia y te sentirás mucho mejor la próxima vez que vayas a una piscina. Incluso a más de uno o una apantallarás.