El asma es una enfermedad pulmonar crónica e incurable, que aunque afecta a personas de cualquier edad, es muy común en los niños y adolescentes. De ahí que en muchas escuelas halla adaptaciones a los programas de educación física.

Los niños que padecen asma normalmente no pueden realizar actividad física en exteriores, ni en donde hace mucho frío, es seco o hay tierra o polvo.

Sin embargo, el practicar natación en una alberca techada y climatizada es benéfico para las personas asmáticas.

El practicar en un ambiente húmedo y caluroso a la vez hace que el moco se pueda separar con mayor facilidad y liberarse.

El hecho de mantener la posición horizontal durante dicha práctica ayuda a la movilización del moco y por ende a su expulsión.

Los músculos de la respiración que son el diafragma y los intercostales se desarrollan muy bien en la gente que nada, y esos mismos músculos son los que se necesitan para toser, por lo que los niños que nadan tosen mejor y expulsan mejor el moco.

La natación también contribuye a mejorar la condición física del paciente –como cualquier otro deporte— lo que mejora su calidad de vida.

Los investigadores han concluido que la natación es muy buena como terapia para los niños con asma, ya que baja el nivel de las crisis y con ello disminuye las deformidades en el pecho que suelen acompañar a esta enfermedad. Además, puede ser un método de tratamiento no farmacológico adecuado para el asma en niños.

En nuestra escuela de natación hemos tenido varios niños con asma que han venido por prescripción médica, la mayoría de ellos han aprendido y practicado aquí por varios años. En todos ellos hemos visto una gran mejoría, al grado de que los padres nos han dado sus testimonios escritos, y algunos de ellos han dejado de tener crisis para solo tener un asma leve.