Ayer vine a nadar, y durante el trayecto estuve escuchando una meditación de Mindfulness: El arte de vivir conscientemente. Me propuse hacer una meditación similar durante mi sesión acuática.
Me di cuenta que es mucho más sencillo entrar dentro de mí de manera consciente y “darme cuenta” de cada uno de mis movimientos cuando nado, que cuando corro.
El hecho de no tener distracciones de personas a mi alrededor, de hacerlo en solitario, me permite que menos pensamientos distractores aparezcan. Puedo estar “conmigo misma” todo el tiempo. Y el hecho de hacerlo de forma lúdica o por mantenimiento, me ayuda a no exigirme a mí misma un resultado determinado, y eso me permite estar relajada y poder concentrarme en lo que yo siento, en cómo respiro, en dónde meto el brazo y cómo jalo, en cuántas patadas doy por ciclo.
Todo esto no es más que “estar consciente”, “estar presente” como lo sugiere el Mindfulness.
Al deslizarme en el agua, algunos pensamientos aparecían automáticamente, pero si me conectaba con el momento presente, con el movimiento o sensación que sentía en ese instante, eso me daba una paz interior y una alegría indescriptible.
Salí de la alberca con una alegría especial, como renovada, y me puse a estudiar qué pasaba con mi mente cuando nado.
Hay varios estudios científicos que demuestran que la natación no competitiva provoca una sensación de bienestar y relajamiento, así como control de la ansiedad, el estrés y la fatiga. (Cordeiro et al. 2017)
Para otros como Oja et al. (2015), la natación afecta positivamente a la salud somática general.
Mientras que para Yfanti et al. (2014) afecta positivamente a la salud mental.
Por lo tanto, se podría afirmar que la práctica de la natación en la modalidad recreativa, lúdica, de mantenimiento, de ocio y tiempo libre, podría ayudar a combatir los posibles síntomas y trastornos derivados de una mala salud mental, como consecuencia de la vida cotidiana, los continuos cambios sociales, así como el sedentarismo y la obesidad.
La natación produce, además, beneficios psicológicos, neuronales y cognitivos. Incluso, el hecho de nadar en estos niveles contribuye a la relajación mental y muscular, lo cual deriva en una sensación placentera y relajante, que permite estar de mejor humor y conseguir con ello una mayor tranquilidad mental, así como un mejor manejo emocional.
Todo ello, mejora el bienestar personal y el estado de ánimo.
Si la salud más deseada es la salud mental, si todos queremos llegar a viejos con una mente sana, ¿qué mejor que practicar natación desde hoy mismo?