Cuando aprendí los verbos en inglés, me enseñaron que ser y estar se conjugaban igual.

En el agua los verbos se conjugan al mismo tiempo.  Yo puedo estar con mi alumno en el agua, y aunque no soy él o ella, puedo saber lo que siente, sentir empatía por sus emociones y sentimientos. O no. 

En la alberca, cuando soy educador acuático, lo ideal es ser un educador acuático y estar al 100% para el alumno. 

Estar significa verlo a los ojos, sentir su tono muscular, ver su semblante y la expresión de su boca. Sus músculos hablan. Estar significa preguntarle por él, por su mundo, por su día, por su semana. Estar con un alumno en el agua, significa ser uno con ese alumno, poner toda la atención en él, y es muy importante esa conexión de almas para que se dé el aprendizaje.

Hay dos maneras de enseñar a nadar.

Una es buscando enseñar a nadar, con ese solo objetivo. Y por supuesto que lo vamos a lograr.

Y otra es estar con el ser humano al que estamos buscando influir, y de paso, enseñar a nadar. Ese estar hace que se dé una conexión que da como resultado la confianza, el cariño y el amor por el agua. Y poco después surge un amor por la actividad acuática, al grado que probablemente siempre la recuerde con cariño y busque practicarla toda su vida. 

Estar en el agua no es fácil para muchas personas. Entonces esta conexión da la posibilidad de lograrlo.

Si buscas quien te enseñe a nadar, busca seres humanos que sean educadores y quieran estar contigo dentro del agua, y podrás sentir la dicha de estar en el agua.