Un niño entre 4 y 15 años tiene toda la capacidad física y psicológica para aprender a nadar en un curso intensivo de cinco semanas, siempre y cuando éste esté impartido por profesionales de la educación acuática.

Como cualquier material, nuestro cuerpo puede flotar más o flotar menos. Esto depende principalmente de su constitución. Te invitamos a conocer a continuación qué factores afectan el que podamos flotar o no.

La natación produce beneficios en los neurotransmisores que influyen en el estado de ánimo, la memoria, las capacidades cognitivas y la coordinación.

Quién no recuerda a ese niño que rondaba a su madre después de comer junto a una alberca y le decía: “¿Ya me puedo meter, mamá?” De ahí la pregunta: ¿Nadar después de comer es peligroso? Conócelo aquí.

Muchas veces nos preguntamos las razones por las que una persona comete errores técnicos, y cómo le podemos hacer para intentar corregirlos. Te invitamos a descubrirlo.

En México, el ahogamiento en inmersión accidental ocupa el primer lugar en causas de muerte en niños menores de cinco años.

Es necesario adoptar en el agua la forma del cuerpo de un pez para poder nadar más rápidamente y con un menor gasto de energía. Esta posición es la que ofrece una mínima resistencia al agua.

En un curso intensivo vamos a tomar clases todos los días. Esta manera de aprender es maravillosa, ya que si la repetición es diaria, la memoria se afianza aún más en los músculos y en las neuronas.

El agua presenta situaciones y estímulos que no presenta la vida en la tierra. Un ser humano que se adapta a estas situaciones es un ser humano más “adaptable”, y su cerebro estará más desarrollado.

Jugar es hacer algo con alegría con el fin de entretenerse, divertirse o desarrollar determinadas capacidades. En la educación acuática, el juego es el principal recurso pedagógico.