Existen muchas filosofías sobre cómo puede un niño aprender a nadar. Sin embargo, el factor clave para evaluar la capacidad de un niño en el agua es la preparación emocional.

Te presentamos algunas recomendaciones de la revista Triathlete de EEUU sobre los aspectos más importantes del estilo libre en los que puedes enfocarte si no cuentas con un entrenador de natación.

¿Conoces la diferencia entre un servicio que se convierte en una experiencia y un servicio regular? Te lo explicamos a continuación.

La confianza es una emoción aprendida, sin embargo, solo se aprende si esa es la experiencia. Los miedos no se olvidan, pero deben ser activamente desaprendidos. ¿Cómo le hacemos para lograrlo?

La exposición temprana a eventos desencadenantes del miedo afecta la capacidad del niño para aprender. Está comprobado que el estrés tóxico, o miedo persistente, crea problemas cognitivos de control y aprendizaje.

Los niños que padecen asma normalmente no pueden realizar actividad física en exteriores, ni en donde hace mucho frío, es seco o hay tierra o polvo. Sin embargo, el practicar natación en una alberca techada y climatizada es benéfico para las personas asmáticas.

El Trastorno del Déficit de la Atención e Hiperactividad (TDAH) es caracterizado por la dificultad de prestar atención, la hiperactividad y lo impulsividad. La natación puede ayudar a niños con este trastorno.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año en el mundo mueren casi 360,000 personas por ahogamientos en el mar, lagos, piscinas, pozos o cisternas.

Hemos tenido la oportunidad de conocer personas que llegan a nuestra academia asegurando que saben nadar. Cuando les pedimos que entren a la alberca y floten, nos dicen que saben nadar, pero que no saben flotar.

Somos seres terrestres, estamos diseñados para respirar aire, en un medio rodeado de aire. No estamos hechos para respirar aire mientras estamos dentro del agua. Por lo que, cuando aprendemos a nadar, debemos aprender a respirar de una forma diferente.